¿Serán las elecciones inglesas las del ‘NO CAMBIO’?

El protagonismo inesperado de Nick Clegg en la contienda electoral inglesa le añade picante y algo de morbo a estas elecciones. De derrota clara del laborismo pasamos a un duelo a muerte entre Brown y Cameron, ahora los liberal-demócratas irrumpen en escena para añadir hoy algo de picante en las sillas torys y a quien sabe si los guiños de Brown a Clegg de hoy no son dardos envenenados mañana.

Los cuarteles generales de campaña de los tres partidos tienen que echar humo en estos días, intentando analizar cada milímetro que sus disciplinados líderes recorren cada día. Y es que hay mucho en juego.

Los laboristas tienen un líder sin liderazgo, una guerra sin fin, una crisis sin fondo y para colmo, el desgaste propio de 13 años de gobierno. Por contradictorio que pueda parecer que lo único que han tenido a favor han sido las meteduras de pata de los conservadores.

Si hace un año las encuestas mostraban una victoria aplastante de los torys, hoy esas mismas encuestas le dan aire al laborismo. Pero ¿dónde hemos de buscar para encontrar esa recuperación?, sin ligar a dudas a Gordon Brown le dieron por muerto demasiado pronto, subestimaron su capacidad para gestionar una crisis tan profunda que ha hecho temblar todos los cimientos de la sociedad actual, que ha afectado en mayor o menor medida a todos los gobiernos del mundo, de todas las ideologías posibles. Su estrategia parece que tiene sentido, por malo que sea o parezca el capitán, cambiarlo en mitad de la tormenta, es un suicidio. Si los síntomas de recuperación parecen claros, porque desviar el rumbo ahora que parece que vemos salir el sol en el horizonte.

Los conservadores estrenaron líder y parecía que Primer Ministro. La impaciencia es mala compañía pues para ganar la partida hay jugar primero. A David Cameron le sonreía la fortuna y las encuestas. Representa el cambio, pero su “change” no es igual que el de Obama. Buena imagen, buena presencia y un gran storytelling parecían ser suficientes para ganar al exigente electorado inglés. Se olvidaron de un pequeño detalle, que en campaña todos juegan, y parece que su mensaje no está calando entre el electorado, para colmo, alguna salida de pata de banco ofrece temor entre los votantes, a quienes no convence Brown, pero tampoco Cameron.

Eso sí, para añadir un poco de pimienta aquí está Nick Clegg, líder del tercer partido en discordia, y con una cuota de conocimiento del 25% del electorado unas horas antes del primer debate televisado de la historia inglesa. Clegg llamó a la puerta de atrás, casi pidiendo perdón por meterse donde nadie le llamaba y hoy aspira a tener la llave del próximo gobierno inglés. No puedo evitar pensar que se parece a Cameron, su storytelling también le favorece, niño rebelde de familia bien, con buena formación y aún más carácter. Su mensaje directo y osado: “todos los políticos son iguales, menos yo”. Su estrategia algo parecido a: en río revuelto, ganancia de pescadores.

Estas elecciones resultan fascinantes, pues suponen un gran campo de ensayo de otras, como la española que están por venir. El terreno de juego es muy parecido en toda Europa. La crisis económica ha dejado paso a una crisis aún mayor y más peligrosa, la desconfianza en el sistema. Da igual quien gobierne, y en qué país, pues el culpable de los malos datos económicos y sociales siempre es el gobierno de turno, algo que resulta lógico desde el punto de vista sociológico, pues la sociedad tiene la necesidad de señalar con el dedo a alguien. Pero existe un miedo aun mayor y paradójico, el miedo al cambio.

Si las elecciones de Obama se basaron en la revolución del cambio, habrá que estar atentos a las inglesas, pues quizás sean las de la revolución del no cambio, o del quiero cambiar, pero no me atrevo...